sábado, 30 de julio de 2011

La Cámara y la Villa


"eh vos...¿porqué sacás fotos?"
antes de pisar la villa por primera vez me preguntaba como iba a ser el acto de fotografiar en ese lugar: ¿cómo es la villa?, ¿qué significa una cámara en la villa?, ¿qué hago con una cámara en la villa?. Como siempre, la fotografía es un salto al vacío, el registro a través de la imagen es caro: para el otro, para uno y para uno que es otro para el otro.
Y tuve miedo, miedo de que nos peguen, de que nos corran y de que nos caguen a tiros también...después de todo no hay mucha diferencia entre los diferentes tipos de disparos. Foto por foto le sacaba la memoria a la cámara y me la metía en otro bolsillo, así caminamos tratando de que entre la cámara en el bolsillo, siempre con el mismo polar marrón porque era el que tenía los bolsillos más cómodos.
Pero no nos paso nada, al contrario: logró el giro, logró que se nos acercaran, hizo de anzuelo y de botín, hizo que nos cuidaran, que nos acompañaran y que quisieran usarla. Mostré la cámara y me mostré, tiré fotos en el medio de la calle, en la plaza, en el basural...y vino el puntero a preguntar porque sacábamos fotos, vino la vecina, se juntaron los chicos, les prestamos la cámara, nos invitaron a pasar, nos pusimos a trabajar con ellos, tomamos mate...y seguimos sacando fotos. La visibilidad y la invisibilidad están unidas por una frágil frontera, y ahí la etnografía tiene algo para hacer, ahí en los bordes, con todo lo que ellos implican, justifican y ponen en juego en uno que es un otro reflejándose en otros.
"Las fotografías son en efecto experiencia capturada y la cámara es el arma ideal de la conciencia en su talante codicioso (...) Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación determinada que parece conocimiento, y por lo tanto, poder. Una primera y hoy célebre caída en la alienación, la cual habituó a la gente a abstraer el mundo en palabras impresas, se supone que engendró ese excedente de energía faústica y deterioro psíquico necesarios para construir las modernas sociedades inorgánicas. Pero lo impreso parece una forma mucho menos engañosa de lixiviar el mundo, de convertirlo en objeto mental, que las imágenes fotográficas, las cuales suministran hoy la mayoría de lo conocimientos que la gente exhibe sobre la apariencia del pasado y el alcance del presente. (...) Las imágenes fotográficas parecen menos enunciados acerca del mundo que sus fragmentos, miniaturas de realidad que cualquiera puede hacer o adquirir" (Susan Sontag, Sobre la Fotografía)


sábado, 2 de julio de 2011

trópico

ud esta cruzando un trópico, su propio trópico: el paso al vacío, la pregunta incorrecta, la presencia del otro, la fuerza por recordar, el ejercicio del registro, mirar las cosas del revés, imágenes que se congelan constantemente, creer, apostar a los cuentos, jugar, artesano! artepólogo...antrosano... udestacruzandoeltropicodecapricornioquetambienesuntristetropico

“En la sabana oscura las fogatas brillan. Alrededor de la luz del hogar, única protección contra el frío que desciende, detrás de la débil mampara de palmas y de ramas apresuradamente plantada en el suelo para evitar el viento o la lluvia, cerca de los cuévanos llenos de los pobres objetos que constituyen toda una riqueza terrestre, acostados en la tierra que se extiende alrededor asediada por otras bandas igualmente hostiles y asustadizas, los esposos, estrechamente abrazados, se perciben uno al otro como su apoyo, su consuelo, su único recurso contra las dificultades cotidianas y la melancolía soñadora que de tanto en tanto invade el alma nambiquara. El visitante que acampa por primera vez en el matorral con los indios es presa de angustia y de piedad frente a esa humanidad tan íntegramente desprovista; cataclismo; desnuda, temblorosa, junto a las fogatas vacilantes. Circula a ciegas entre la maleza, evitando chocar contra una mano, un brazo, un torso, cuyos cálidos reflejos se adivinan al resplandor de los fuegos. Pero esta miseria está animada de cuchicheos y de risas. Las parejas se estrechan como una nostalgia de una unidad perdida; las caricias no se interrumpen al paso del extranjero. En todos se adivina una inmensa gentileza, una profunda apatía, una ingenua y encantadora satisfacción animal y, uniendo esos sentimientos diversos, algo así como la expresión más conmovedora y más verídica de la ternura humana”.

(Tristes Trópicos, Claude Lévi-Strauss)



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