viernes, 24 de diciembre de 2010

Hotel Chealse II

Silencio. Salgo por un cigarrillo. Escribo para mi lo que no sé quién lo leerá. Vértigo. Palabras al aire. Cortázar grabó su voz muerta ahora, haciendo sonora la inmortalidad que solo da la muerte. Y Juárez tiene ese halo, esa densidad. Cae el sol y comienza a escucharse música en las calles: cumbia de las 8 de la noche. Antes todo se aquieta. Nadie sale. Todos adentro. Estar adentro con uno mismo. Solo ahí. Revisando esa siesta muerte. Ese aquietamiento de la agitación del pensamiento. No hacer nada mas que pensar o dormir y seguir pensando en sueño.

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