viernes, 24 de diciembre de 2010

Hotel Chealsea I

Llegamos con la sensación térmica de mucho calor.

-cuan to ha ce? –el jadeo de la respiración que se agita entre los pasos que separan la camioneta al vendedor o informante hace que las primeras palabras sean separadas debidamente en silabas.

-no sé

-debe de hacer más de 50

-nooo, menos de 45

Hace más de 45 grados y es poco, el que no llegue a los 50 o los pase no es noticia para la gente, incluso para nosotras. Al principio me parecía que era poco, que nos estaban mintiendo. Después pensé: 45! Ya es suficiente para sentirse con mucho calor!. De todos modos encontramos, como buenas antropólogas de valernos del dato que buscábamos. Efectivamente estaba haciendo 55 grados, ayer, hoy y seguramente mañana.

En el Hotel. Habitación con tres camas y un baño que está separado por una puerta corrediza de… será madera? que nunca corre. Un televisor de 14 pulgadas muy saturado incrustado en la pared frente a dos de las camas. Un ventilador de techo y un aire acondicionado impredecibles. Todo el pueblo está enchufado a un solo cable que hace puf! cuando los interruptores se encienden. En las horas pico de calor se corta la luz porque no da abasto la cantidad de energía para todos los aires acondicionados, heladeras, ventiladores, freezers, televisores y cuanta cosa enchufada ayude a pasar el horno.

La puerta da a una galería. Para que no se cuelen los bichos hay un trapo de piso intentando impedir el paso de los insectos que seguramente ya no buscan la luz sino la sombra. Solo logran pasar los más pequeños y logran subsistir aquellos que no son alcanzados por un botín o una hawaiana.

Adentro el orden se dispone a esta residencia móvil. Una conservadora que resulta ser heladera y mesa. De allí salen todos los almuerzos, meriendas, desayunos y la mayoría de nuestras cenas. Computadoras. Filmadora. Cámara de fotos. Mochilas abiertas con ropa que brota. Botines embarrados. Ojotas. Libretas. Lapiceras. Vaso. Cuchara. Ropa sucia. Camisa colgadas. Pilas cargándose. Y entremedio nos deslizamos buscando cada una de las cosas que precisamos.

Duele la cabeza y no hay hambre. Conseguimos un ibuprofeno que no es de marca líder: Sindol 600. Lo más parecido a la Criptonita pero rojo. Es la capsula mas grande en medicamentos y es capaz de sacarte cualquier dolor, te desmaya. Ya lo probamos ayer y al mediodía cuando almorzábamos un sándwich pero de ello solo quedan flashes. Hasta llegar a la comunidad para comprar algunas artesanías. No más de eso. A la noche me dolía a mi la cabeza, no nos habíamos dado cuenta que el Sindol había tenido el efecto de pasti pasti. Yo tome uno y me desmayé a las 5 de la tarde hasta las 8 despertándome con la baba chorreada. Nunca más dijimos. Hoy probamos con Migral pero no tiene el mismo efecto, el dolor no se va y la acidez se va acomodando.

Vimos la final de Melodico Show y fuimos en busca de la cena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.